domingo, mayo 30

Por la mitad de los detectives / Concierto de Thelemáticos

Bueno, acabo de terminar el capítulo 15, y a estas alturas la novela es un caldo espeso y caótico (sí, los entendidos que lean "sancocho" estarán bien encaminados) de ideologías exóticas, miserias varias, desamparos compartidos. A pesar de que no sigue una línea temporal consecutiva, la novela ya se ha aventurado hasta los tempranos 80, momento para el cual Ulises Lima se ha convertido en un loco, un mendigo y un criminal, y el Realismo Visceral un mal recuerdo, un chiste privado entre entendidos, una tabla de salvación para gente que hace rato está condenada.

Al principio andaba un poco despistado, medio perdido entre tantos capítulos sin nombre, cada uno compuesto por una o varias declaraciones, por parte de los protagonistas, sobre lo ocurrido en aquellos años. Pero hace 2 o 3 capítulos comencé a fijarme mejor, y vi que cada uno se ocupa de una parte de la historia, de una faceta de algún personaje. El 13, por ejemplo, gira en torno al tema de las inclinaciones políticas de Belano y Lima; y todos los narradores coinciden en que no, la ideología marxista nunca les interesó demasiado.

Bárbara Patterson, una gringa que habla como una mexicana muy mal hablada, dice en su declaración del capítulo 13: "...y entonces el cubano me miró más serio que nunca (...), como si pensara, bueno, no es para tanto, la locura es la locura es la locura y la melancolía también, y en el fondo de la cuestión los tres somos americanos, hijos de Calibán, perdidos en el gran caos americano..." Los tres mencionados son: la gringa, un poeta cubano que trabaja en Casa de las Américas, y el novio viscerealista de la gringa, a quien ella ha prohibido terminantemente hablar de su (ex) movimiento poético, pues está seguro de que mencionárselo al cubano compremetería sus posibilidades de ser publicado en Casa de las Américas. Pragmatismo gringo, fundamentalismo cubano, cualquierismo mexicano: todo queda metido en el mismo saco.


A estas alturas Ulises Lima ha desaparecido en Managua, la Managua sandinista de principios de los 80. Algunos creen que se quedó por perseguir el sueño de vivir en un país comunista, pero otros temen que simplemente se haya abandonado a la desidia, el alcohol, el aniquilamiento de sí mismo. Y comienza a ser bastante claro que Lima es el símbolo de toda una época, una generación perdida que iba dando bandazos torpemente entre una y otroa ideología o corriente literaria, que por entonces eran más o menos la misma cosa, bajo la sombra del boom, forcejeando con las grandes causas y las miserias cotidianas, excluidos de la buena posición y el estrellato.

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Ayer tuve la suerte de ver en vivo a Thelemáticos, en un concierto al aire libre y con poco público. La guitarra y voz de Sergio sonaron con la claridad y el vigor de siempre, y se lo ve muy bien al frente de una banda donde las otras dos integrantes, a cargo del bajo y la batería, le brindan un apoyo sólido pero discreto. En realidad, la discreción es una de las cosas que los caracteriza como banda, un bajo perfil lleno de franqueza y carente de cálculo que los hace muy cercanos a los afectos de quienes seguimos sus pasos atentamente.

En vivo la cosa suena mucho más cruda que en su último disco, donde toda la testosterona de su anterior EP es equilibrada por las chicas de la banda, que vuelven las canciones más encantadoras y sugerentes. La distorsión está más presente (en el concierto, quiero decir), y los chicos van tocando estas pequeñas joyas de canciones con soltura, como si cualquier cosa.

Qué dulce la primavera.

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